Problemas en la lengua
Índice
Problemas en la lengua
El temblor en la lengua… 6
Un problema… 7
A Leónidas… 9
Advenimiento… 12
Habla la tecnología…1 6
Otro problema en la lengua… 19
El niño del dedito en la reja… 20
Lujos y creencias
El sueño de Manuel Castilla… 27
El sueño de Kaspar Hauser… 28
El perol de cobre… 30
El soñador del barrio… 32
Para saber el punto de la carne… 35
Amores ocultos…. 37
La piedra que reza…. 38
Se trataba de meter un hombro… 39
Enrique Molina…. 41
La paloma…. 43
Los mendigos de Retiro…. 44
El objetivo del mundo…. 45
Todavía vivimos…. 46
2004…. 47
…….. cuando se abren las ventanas del cielo
y se libera el espíritu de la noche,
tormentosamente engaña
nuestra tierra en muchas lenguas
y remueve escombros.
Más lo que yo quiero, llegará.
HÖLDERLIN, Das Nachste Beste
I
Problemas en la lengua
Puedo vagar el tiempo que me queda?
Regresar por la sangre de una hija?
Lograr no ser robado para siempre
Mientras dejo mí ropa y me zambullo?
HÉCTOR VIEL TEMPERLEY, Carta de marear
El temblor en la lengua
Ni infinitas cavernas, ni dorados panales.
El río estático tras las mariposas
y los perros ladrando entre vecinos.
¡Quietud espantosa, lengua amenazante
de mil fuegos apagados!
Soy la única de tu estirpe, lengua
amenazada, atravesada como llave:
dejame vagar el tiempo que me queda.
Un problema
La poesía y el tú:
lo que cambió de
la poesía. Lo cambiado.
Lo que poetizaron
tú y el cambio.
Lo que tu poesía
cambia. Lo que en vos
cambió de la poesía.
Lo cambiado de vos
que poetiza
en tú.
Y vos y tu poesía,
la cambiada voz
y el cambio.
Y la poesía.
Y lo que cambió
de lo cambiado
en la poesía
del tú.
Poesía de urgencia
y tú:
sin vos
ni voz
y cambio.
La cambiada voz
que dicta
tu suerte
comprometiendo
tu lengua.
Con urgencia.
A Leónidas
1.
El que acierta.
El que es acertado.
El que acierta
y es también acertado,
como en el tiro con arco.
El acertado
que acierta
lo que es:
tirando del arco.
El acertado.
El que acierta.
El que es.
2.
La inmersa en sí misma…
La que, inmersa
en sí misma,
ve una situación
desesperada.
La que se desespera
en la misma situación.
La desesperada que se ve,
a sí misma,
en situación.
La que se ve
desesperada.
A sí misma.
3.
El que está solo.
El que está solo
con un perro.
El que está solo
como un perro.
El perro que ama
a su dueño
que está solo
como él
hasta la muerte.
Advenimiento
Fresh images beget,
That dolphin-torn, that gong-tormented sea.
W.B YEATS
Caminábamos la costanera
Esperando los cargueros
Y llegaron escarapelas trayendo una lengua
Y nos abrimos las encías
Y nos pusimos medias
Alguien tenía el horizonte
Atado al mentón
¡Y no quería hablar!
Acerca de las islas
Un vientre
Una hija
“El vientre de los barcos
la lengua de los hombres”
Y mujeres pariendo palabras
De islas y tiempo
“¡Se come de a tres pasos
sin abrir los codos
siempre con guarnición!”
Pero pronto fueron berretines y todo se volvió berreta
Volvimos a mirar el río
Como quien mira la pila de mugre por
trepar al escobillón
¡Y se burlaban del llanto
Y la llanura y el yo!
Allá ellas con su pecado
Dijeron los sabios
Armen la costanera
De chorpian y bondiola
La muerte no puede ser porteña
Y el saquito del edulcorante
Se rompe en la puntita
Amanecía y comían
Medialunas de grasa
Y de manteca
“No había faro
Para los bajos del temor”
Alguien llamado Cristóbal
Portaba las encías
De la lengua
Diciendo ¡cáliz!
Y a los cañonazos
El barro del delta
El ruido de la lengua
Empezaba su larga bulla
Y los bondioleros esperaban
A los tacheros
Que caen a conversar
Con la Palabra…
Habla la tecnología
1.
No quiero que pienses que soy
como vos pensás.
No soy.
2.
No dependo de lo que pienses
de mí para quererte.
No soy
lo que quiero.
3.
No sos vos lo que de mí
hace lo que quiere.
No soy
lo que quiero
de lo dado.
4.
No quiero que pienses en mí
como en cualquiera.
No soy
lo que quiero
de lo dado
por lo dicho.
5.
Entre lo dado y lo dicho
flotaría la imaginaria
realidad.
6.
No más
ni más vos
ni “no soy”:
solo lo dado
y lo dicho
y entre medio
la imaginaria, triste
y deliciosa
realidad
que quiero que me digas.
Otro problema en la lengua
Olor a dársena.
Una flota española y detrás
la tormenta muda:
el Inca lo miró y remiró
hojeándole una y otra vez,
pareciéndole mal tantas hojas.
El niño del dedito en la reja
“La guerra es una locura”
decía la mujer desde el charco
parada en el barro
a los niños.
Pero ellos querían ser soldados
y militar las filas del gran
Rey Salomón y aires de antiguo
testamento, como diciendo
“milicia es la vida del hombre”
y la mujer miraba con dignidad
de mudas palabras gitanas.
“No saben lo que es milicia,
nadie lo sabe y aún dejan
solo el pegamento de las paredes
para comer”. Los niños
sobrevivirán jugando
al avión caído entre escombros.
Los niños juegan a la milicia
y a hombres en guerra
trajeados de locura, para decir
“locura es la vida del hombre”
con dignidad de ausente.
Madres que se meten
mudas en el barro.
Y el flaquito dice
olledemenena
y el gordito dice
hasta cuándo
los viernes en Mackenna
juguemos
vamos a jugar
a la pelota
pero por el sangüich
y la coca
el sangüich
y la coca
niño del dedito
en la reja
¿cuántos puentes chinos
tuviste que atravesar?
Niño milicia
curiosidad
es la vida del hombre
no es necesario
cerrarla
niño malicia
niño del dedito
en la reja
niño del dedito
en la reja
del dedo
en la rejita
ya van años
ya son años
no entrás en lugares
donde entrabas
donde entrás ahora
no entrarías
ya van daños
ya es antaño
nada de damas
recortadas en el horizonte
(ataúdes, ataúdes, ataúdes)
nada de damas
despaturradas…
cuántas guerras
niño del dedito
tuyo es el sentido
de la gaseosa
la gaseosa
derrumbándose
por el calor
y las bombas
imaginarias…
Damas derrumbadas
niño del dedito
en la reja.
Niñas enrejadas
el dedito
de las damas.
Enroscadas.
Damas enroscadas.
Niño del dedito
enroscado
en las bombas
imaginarias
de las guerritas
y las madres
paradas en el barro
de los charcos.
II
Lujos y creencias
Nadie está obligado a leer a nadie.
PAUL VALÉRY, Política del espíritu
El sueño de Manuel Castilla
Espectacularmente contemplaba
un incendio en Tafí
me ardieron los ojos
entonces desperté.
El sueño de Kaspar Hauser
Veo una caravana, una caravana
llena de beduinos, el gusto
de la arena cifra ciudades
blancas que aparecen
y se fugan con el calor, inexacta
en la lejanía la caravana
precisa, como nosotros
al estruendo mudo como calavera,
veo una caravana, larga,
enmudecida, el dolor de los beduinos,
nosotros, la llegada y la partida
gracias al mensaje, en ruinas
en la lejanía la caravana,
restos de hélices como huesos
de ballena, aviones abandonados
en la lejanía de espejismos, claros
de ruinas nuevas, instaladas
como cualquier lenguaje en caras,
aun esperando grandes cambios
en la lejanía los beduinos
caminan, descansan, duermen
a la luz de sombras partidas
cuando la caravana se anima,
temprano, el sol esparce su dolor.
El perol de cobre
El humo siempre busca meterse dentro de las casas,
dijo el vendedor
de garrapiñada. Y cómo se hace
la garrapiñada? A esta hora, con este frío, la gente sale
pero me quedo por las dudas. Porque esta hora
es la mejor para todo. Y por qué fumás?
Por las dudas, quise decirle.
El señor de la esquina tiene un perol de cobre,
es la olla ideal para hacer
garrapiñada. Calentás el perol, ponés el agua y el azúcar
querés un almíbar a punto bola media
dejálo que rompa el hervor y dale un ratito
levantás el almíbar con una cucharita y lo ponés
en un vaso de agua con hielo.
Sí, con este frío… debe formarse una bolita que podés
agarrar con los dedos: punto perfecto. La idea
es lograr un almíbar denso. Cuidado porque quema.
Después ponés el maní o la almendra
y revolvés para que la fruta
se impregne de azúcar. Vas a ver que el almíbar se vuelve
blanco, de textura arenosa, y es porque el azúcar se cristaliza
re loca en azúcar “invertido”. Cuidado porque quema mal.
Hay un ingrediente secreto… ahora me meto en el tren y hago
retirotigre dos veces y después retirojoséleónsuárez.
Porque en la línea tigre hay más gasto, pero menos hambre.
Y en la otra hay más lija, pero más tarde.
Después me voy al sobre directo, caigo rendido. Y qué fumás?
Fumamos juntos. Vos querés
saber el ingrediente secreto… y te lo digo
porque sigue siendo secreto. La garrapiñada se hace
con amigos: el señor de la esquina tiene un perol de cobre
y el gusto de la garrapiñada depende…
Por eso te digo lo de las líneas.
Y en la calle lo mismo. Y si no vendo?
No vendo. Qué importa? Es como esas borracheras, yo aprendí,
“aprendí esperando e-se tren…”
Te despertás con una avispa picándote el centro
del cerebro, no tenés ni idea
qué pasó ni porqué. Y viste que siempre te preguntás
esas cosas.
El soñador del barrio
A DGB
En el Kennedy a la tarde
las estrellas
caen sobre sus hombros,
ve el cielo tornarse violeta.
El hombre dice que ya no puede fiarle
las cervezas, que le debe dos
del jueves y una del otro jueves.
Y qué otro jueves, pregunta.
Ese que llovió, le aclara.
Camina por el Kennedy
por una cuerda floja
en el espacio, como
sobre las cataratas del Niágara
en un cable.
Es un observador del mundo
en su guerra de electrones:
hicieron probabilidades
sobre él,
estadísticas
de tal y cual cosa.
Y ni siquiera la lava de Pompeii
le ha llegado a los talones.
Los fairways
del campo de golf
van quebrándose
sin reconciliar
esa vieja conciencia del tiempo,
mientras le paga al vendedor
y se reconcilian, se ríen.
Secreto a voces
devueltas
sin origen ni palabras
mientras camina
por el Kennedy
con el mandado.
Ahora la toma recitando el poema:
la ecuación de onda
ha vuelto a colapsar.
Para saber el punto de la carne
Acostarse preferiblemente
en un campo de lavanda
para saber cómo acostarse.
Tocar la carne con el dorso
del dedo, que baile, el jugo
de la sangre de pronto ágil.
Ignorar al perro que ladra.
Acostarse en la parrilla siseando
para sentir el calor
de la carne. Apagar la luz
para medir con el ojo la potencia
de las brasas. No decir
que no arrebaten el cuerpo.
No brindar con miradas
ni con la nueva voz antigua.
Salir a mirar el campo negro
inexistente, el trueno lejano.
Acostarse en la cama matrimonial
en bolas, preferiblemente,
para contar las vetas de tiempo
en la piel de las palabras.
Entrar de noche a los sauzales.
No apurarse, no jugar
con la pala en el fuego.
Acostarse en el fuego
para saber el punto de la carne
tocar con el dorso, mirar con la sangre
el centro mismo de la carne.
Amores ocultos
a Federico Galantai
Eras el que casi llega
con las patas al piso.
O no. Llegabas bien.
Tenías el tamaño adecuado
para las cosas:
los changuitos tenían sentido,
las escaleras, los diarios…
Lo único inabarcable,
cuyo tamaño no parecía adecuado
eran esos amores ocultos
que ocupaban tus días y tus noches.
De todo te enamorabas,
y cuánto te enamorabas.
La piedra que reza
Después de varias horas de andar
entre riscos y salientes de roca,
llegamos a un col y vimos
La Muela de Urbión.
Y éramos de Neuquén, San Martín
y Buenos Aires.
No voy a olvidar
La Muela de Urbión.
Hasta que pasamos el Valle del Olum,
duró una extraña sensación entre
los hombres y los picos. La nieve
se hacía más espesa y más salada.
Yago apuntó un dedo en el espacio
y dijo: -De allá salimos,
más allá de la piedra que reza.
Se trataba de meter un hombro
Siempre andábamos presionados
por la gravedad (de los hechos).
Se trataba de meter el hombro
primero, de una forma precisa que se enseña
con gestos, para mostrar el giro
fuera de eje.
Todo es simulacro hasta que no lo es.
El instructor -que en verano talaba árboles a gran altura-
nos llevaba a esa ola entre las piedras
que hacía de rampa y de bajada a un tiempo
y arriesgábamos el cuerpo por el truco, otra forma
de belleza.
Claro que entonces no sabía.
Estrellarse, romperse blancas fibras
y orientarse en vuelo,
cruzar los esquíes al aire,
eran la misma música del tiempo.
La misma vuelta tantálica
pero real, al alcance de nuestra habilidad:
y los héroes se manchaban.
Enrique Molina
“Desde la hoja de afeitar vi todo.
Con sangre seca y flor rompí el hechizo,
hostia de hotel abierto a sangre seca…”
Llega, su camisa tejida por las olas,
al puerto de Nueva Orleans
en un mercante noruego
donde los noruegos terribles
lo hacían sentirse invisible.
(Ahora lo es.)
Lleva un impermeable en la mano
y una afeitadora
en el bolsillo de la camisa.
Hace calor; es un día de sol perfecto.
Lo intercepta un control policial
de rutina, muestra sus pertenencias y lo rebotan,
ambas cosas son un signo
de quien entra al país para quedarse.
(Nunca sabe cuándo va a escribir el poema.)
Lo mandan de vuelta al carguero,
le prohíben bajar hasta que zarpe.
No, Róbinson, no cedas ahora viejo perro…
Tiene avidez y necesidad de mundo
y una hoja de afeitar
acaba de cambiar para siempre su destino
No regreses con tu manzana hirviente…
En el mar sentirá el eterno latido de la tierra
y escribirá más de un verso brillante.
La paloma
Va todos los días a almorzar a la misma parrilla, once y media de la mañana, y se sienta en la misma mesa de siempre, junto a la ventana, a mirar televisión. Ya es invierno. La camarera le pregunta si no quiere moverse a otra mesa, porque el chiflete de la calle se filtra por los burletes de la ventana. Cuando se levanta, un estruendo en el vidrio hace saltar a todos de sus asientos, el parrillero suelta la pala, y la paloma cae muerta en seco sobre la vereda.
Los mendigos de Retiro
Los mendigos de Retiro soplan favores en esquinas de farmacia.
Ya no piden plata ni comida, piden una pitada del cigarrillo
para matar el hambre de comida. Si tienen plata
ya no se compran comida y si tienen comida
ya no la comen, si tienen odio ya no odian
ni se aclaman frente a las altas fachadas francesas
cuando deben aclamarse. Si se enrulan de furia
ya no enfurecen en espiral, ni escupen, cobras
sin lengua ni ruido cascabel van colgadas de sus hombros.
El objetivo del mundo
En esta cuadra la realidad
no es más que un flujo de faroles:
naufragio con espectador
o mensaje sin una botella.
Es el barrio de mi muerte,
la barranca de Solís y Perú
mis errores
todo el alcohol
y todos los cigarrillos chupados.
Bajo la espesura de las copas
los serenos
me devuelven al mundo con disciplina:
para todos, menos para ellos,
el objetivo del mundo
es distraerse del mundo.
Todavía vivimos…
a mí tío Catacho Vigil,
que en el tren a Mendoza se durmió
en una curva cayó
y murió.
Todavía vivimos en el mismo país
hacemos las mismas cosas
contraemos deudas impagables
y desperdiciamos capital
pero cuando las papas queman
no hay tren que pueda llevarnos
a la llanura
para desaparecer
sin remordimientos.
2004
I
5 años.
Sabe que es el cielo
atrapar un Sirí…
II
Siguen escapándose
de sus dedos
las mojarritas del Faro.
Siguen cayendo
en la trampa del mediomundo.
III
Cuando sea grande
va a pedirle que lo acompañe
a saludar al último bañero.
¿Quién es el último bañero?
IV
Se acaba de sentar afuera del almacén
en una silla de plástico
de una marca de helado
y tiene el rostro de un marinero.
V
Y Dios los mira:
con su mano quemándoles el cuerpo
quiere decirles algo…
VI
La playa se parte de luz:
no sabe la hora porque no sabe su edad.
Mira la última casilla,
la abertura hacia el mar.
Empieza a Creer…
VII
Sabe que subirse a la casilla
es un acto de Fe,
sabe hay alguien adentro…
VIII
Suenan las trompetas
del día del Juicio Final
y está echado en una playa,
mirando la última casilla
y no hay rastro del último bañero.
Empieza a Caminar…